domingo, diciembre 19, 2010

Reflexiones sobre el Islam, la libertad de prensa y la ética periodística

Mi nota de hoy en Milenio Semanal:


El atentado terrorista en un centro comercial de Estocolmo el pasado 11 de diciembre por el sueco de origen iraquí Taymur Abdel Wahab aviva la pertinencia de reflexionar sobre ética periodística y libertad de expresión. El enojo del suicida Taymur habría sido causado, presuntamente, por la presencia de tropas suecas en Afganistán y por los dibujos de Mahoma que el artista sueco Lars Vilks hizo en 2007 para una exposición. La publicación de uno de esos dibujos en el diario Nerikes Allehanda provocó reacciones airadas entre musulmanes fundamentalistas y Vilks recibió amenazas de muerte. Un acto que nos recuerda las amenazas contra el diario danés Jyllands-Posten, que publicó en septiembre de 2005 doce cartones editoriales que caricaturizaban a Mahoma. La posterior reproducción de esos cartones en otros periódicos en Europa causó el enojo de fundamentalistas musulmanes, que interpretaron una práctica común en países con libertad de prensa como un ataque a su fe, una “ofensa” magnificada por dos imanes radicados en Dinamarca que añadieron tramposamente a las doce viñetas otras imágenes, entre ellas la fotografía de un hombre con orejas y narices de puerco con una leyenda que decía “Ésta es la verdadera imagen de Mahoma”. La foto, de la agencia A.P., era la de un francés disfrazado para una feria pueblerina, pero los imanes no tuvieron empacho en escribir el falso pie y difundirla como si se tratara de una perversa creación occidental contra el islam (el caso está ampliamente explicado en el artículo “Dios no ha muerto y debe morir”, de Efraín Trava, en la revista Replicante). Pronto surgieron reacciones violentas en países islámicos como Pakistán, Nigeria e Indonesia, donde se llegó a la destrucción de embajadas e iglesias, el asesinato de cristianos e incluso a la recompensa de un millón de dólares por la ejecución del “dibujante”, sin saber que en realidad habían sido doce. “En Inglaterra las imágenes mediáticas mostraban leyendas aterradoras: ‘Masacren a los que insultan al islam’, ‘Descuarticen a los que se burlan del islam’, ‘Europa pagarás: la destrucción está en camino’ y —con algún dejo irónico— ‘Decapiten a aquellos que dicen que el islam es una religión violenta’”, escribe Trava en el artículo citado.

El periodista colombiano Javier Darío Restrepo dijo en una sesión sobre ética periodística —a la que asistí— que los dibujos de Mahoma no debieron haberse publicado porque eran ofensivos para una comunidad religiosa. Disentí de su opinión y expuse que las reacciones habían sido de extremistas que no representaban el sentir de la totalidad de la comunidad musulmana y que, además, se habían publicado en un diario de un país democrático y con una larga tradición de libertad de prensa. Restrepo fue tajante y no admitió discusión: No debieron publicarse esos dibujos, punto.

Restrepo es el encargado del Consultorio Ético de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada y dirigida por Gabriel García Márquez, quien, como se sabe, es amigo del dictador cubano Fidel Castro, por lo que en el sitio de la FNPI no hay menciones, críticas o enlaces sobre la total ausencia de libertad de prensa en Cuba ni sobre el caso de la bloguera Yoani Sánchez o el acoso a los medios en la Venezuela de Hugo Chávez; tampoco ninguna alusión a la polémica Ley de Evo Morales contra el racismo o a la feroz censura china contra sitios de Internet. Es un tema complejo sobre el que seguiremos bordando.