domingo, octubre 03, 2010

El infierno


Publiqué una versión de esta nota en Milenio Semanal de hoy, 3 de octubre. Esta es una versión corregida.

Una loca película de narcos

Luis Estrada dice que su película es “una radiografía”, “una reflexión sobre el México actual” (Proceso 1739), pero El infierno era ya un tanto anacrónica al momento de su concepción, pues lo que se ve en ella no alcanza la fehaciente crueldad y crudeza de lo que se ha visto en las noticias —y en sitios espeluznantes como El Blog del Narco— desde que rodaron las cabezas cercenadas en una discoteca michoacana en septiembre de 2006. Aquello fue un espectáculo aterrador para quienes lo atestiguaron, no las testas malhechas de evidente plástico ni la pierna que sobresale graciosamente del tambo de un pozolero, en una escena que causa más risas que consternación. La película de Estrada, a pesar suyo, no aporta elementos a una discusión seria sobre la guerra contra el narco, en cambio prefiere caricaturizar y reducir hasta la simplonería los distintos factores que conforman el árbol genealógico de los cárteles del narcotráfico; es una ficción cinematográfica y, como tal, se vale de las licencias propias del género.

Inmodesto, Estrada se asume continuador de una tradición fílmica en la que refulgen obras magistrales como El Padrino, Scarface, Goodfellas y Miller’s Crossing (véase www.elinfiernolapelicula.com.mx), las cuales sí pueden calificarse de corrosivas y controvertidas, como también quiere el director que se entienda su película. Pero El infierno se encuentra muy lejos de esas piezas únicas; en ésta no hay búsqueda estética ni hallazgos cinematográficos, acaso tibias referencias, estereotipos reiterativos, pobreza del lenguaje —tan diferente al que se habla en la vida cotidiana— y un juicio sumario a todas las instituciones; tampoco hay capos detenidos ni muertos en combate por el Ejército ni incautación de armas y millones de dólares, como sí acontece en la vida real.

El infierno ha sido bien acogida por comentaristas y conductores de radio y televisión, prestos siempre a publicitar estrenos escandalosos, sin que ninguno cuestione a Estrada —en términos de crítica cinematográfica— por esa ambigüedad genérica que le permite trastocar en fallido gran guiñol un problema que debería provocar no comentarios jocosos del público, sino genuinos sobresaltos, como los que producen las películas clásicas de horror. Rozando la fanfarronería, Estrada se jacta de ser “un provocador profesional” mientras Carlos Loret de Mola presenta a El infierno como “Brutal, estremecedora”, Denise Maerker como una película “sin concesiones” y Brozo grita que es “¡Una chingonería!” Más lastimoso aún es el espaldarazo de cierta crítica “seria” a esta película —apoyada por el propio gobierno federal mediante la Comisión del Bicentenario, Imcine, Conaculta—, como es el caso de Fernanda Solórzano, quien afirma que “El infierno se sostiene sobre un guión que no deja al público tiempo para pestañear, una dirección de quien sabe lo que hace, actores en su mejor momento (Alcázar, para no variar) y, para los más sensoriales, un soundtrack extraordinario por derecho propio” (Letras Libres, septiembre de 2010).

Narco arrepentido y sediento de venganza, transfigurado inesperadamente en Tony Montana/Terminator, el anticlimático Benny, cuerno de chivo en mano, ajusticia al Estado mexicano y sus cómplices durante la ceremonia del grito de Independencia. Pero el problema está lejos de haber sido resuelto: el sobrino adolescente, nuevo sicario y también enfermo de venganza, continúa con la espiral de violencia. La reflexión de Estrada se agota aquí.

Tengo un blog!


No, no estaba muerto ni andaba de parranda... simplemente se me había olvidado que tengo un blog! Trataré de postear con más frecuencia mis notas y algunas noticias. Por ejemplo las novedades en Replicante.